Carolina Gaudio

10/18/1942 - 01/09/2011

Mi madre era la persona más cariñosa, paciente, amable y generosa que he conocido en toda mi vida. Fue una esposa maravillosa, una gran madre de siete hijos y la mejor abuela de 14 nietos.

Perderla nos ha dejado a todos rotos. Nuestras vidas han cambiado en muchos aspectos. Ella era la matriarca de toda nuestra familia. El pegamento que nos mantenía unidos, la seguridad que todos necesitábamos cuando nos sentíamos inseguros, la luz de la esperanza cuando todos nos sentíamos abatidos... y todo eso se ha ido.

Mi madre falleció el 9 de enero de 2011, nueve meses después de su diagnóstico inicial de melanoma metastásico. Se estaba recuperando de un triple bypass y también tenía diabetes tipo 2, por lo que el diagnóstico de melanoma fue una sorpresa para todos nosotros. Lo que más nos sorprendió fue que le diagnosticaran la fase IV, demasiado tarde para hacer nada.

Su lucha y sus ganas de vivir eran intensas, nunca lloraba, ni quería vernos llorar a ninguno de nosotros. No sólo era su hija, sino también su cuidadora, y cuando se acercaba el final, los sentimientos de impotencia me abrumaban tanto. No podía quedarme aquí y ver morir a mi madre, pero Dios tenía que hacerlo así... y yo tenía que respetarlo. Yo, junto con mis hermanos y hermanas, mi padre, mis nietos y mi familia ampliada, me senté junto a ella el día que murió, en su casa.

Ese era mi propósito, amarla incondicionalmente y asegurarme de que supiera que todos estaríamos bien. Nos pusimos en evidencia, pero después de su muerte, todos nos derrumbamos e hicimos lo que teníamos que hacer, porque sabíamos que ella no quería vernos ni oírnos llorar. Me sentí bien al desahogarme.

Mi dolor es puramente en su punto máximo, deprimido, enojado, negación, todas esas emociones que vienen con la pérdida de un ser querido. Simplemente no puedo aceptar el hecho, que después de la vida que mi madre vivió, después de todos los corazones que ha tocado, la ayuda que ha dado a tantos, el amor que ha dado a tantos, la hospitalidad que ha dado a tantos... que el final de su vida sólo consistiera en que su nombre fuera puesto en su lápida y eso fuera todo. De ninguna manera.

Luché por ella cuando estaba viva, y seguiré haciéndolo en su muerte. No quiero que ninguna familia presencie o experimente nunca el tipo de dolor y sufrimiento que conlleva esta enfermedad. Es horrible. Seguiré luchando para ayudar a encontrar una cura, para ayudar a apoyar a los que lo necesitan y para ayudar a AIM en Melanoma.

Sinceramente, una hija con el corazón roto,
Teresa D'Amelia

Firme el libro de visitas:

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *.