Michael era mi marido, mi roca, mi alma gemela y también mi mejor amigo. Estuvimos juntos 28 años y casados 26 y tuvimos dos hijos preciosos. Siempre me hacía reír y era mi voz de la razón. Cuando me preocupaba por algo, sin importar lo grande o pequeño que fuera, él me decía: “¿Puedes cambiarlo si te preocupas?”, a lo que yo respondía “no” y él decía: “¿Entonces por qué pierdes el tiempo preocupándote por eso…?”.
Tenía un corazón enorme y cuidaba de todos los demás sin pedir nada a cambio. Siempre estaré agradecida de haber podido cuidarlo durante su último viaje en la vida. Fuimos muy afortunados de haber compartido tanto en nuestro tiempo juntos. Lo extraño todos los días y estoy muy agradecida por las señales que todavía me envía hasta el día de hoy.